Con información de la revista digital www.tecreview.tec.mx
Los micromachismos son acciones y actitudes violentas que se viven cotidianamente. Se repiten y están naturalizados en la sociedad porque son muy comunes, pero constituyen agresiones vinculadas al machismo: la idea arraigada histórica y culturalmente que sostiene que el hombre es superior a la mujer, solo por haber nacido hombre.
De acuerdo a un artículo publicado en la revista digital www.tecreview.tec.mx del Instituto Tecnológico de Monterrey, la cara más visible del machismo es la violencia física hacia las mujeres y su extremo es el feminicidio. La violencia sutil del micromachismo suele pasar desapercibida, aunque refleja y perpetúa la desigualdad de las mujeres respecto a los hombres.
Al identificar estas prácticas se pueden romper con roles de género, estereotipos y la hipersexualización de las mujeres. Alí Siles, del Centro de Investigaciones y de Estudios de Género de la Universidad Nacional Autónoma de México, además de Aura Sabina, activista feminista y maestrante en literatura mexicana por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, nos explican:
Los 10 micromachismos ¿los reconoces?
1. Expresiones y preconcepciones de “lo femenino”
Las clásicas expresiones “no seas marica”, “calladita te ves más bonita”, “no seas niña”, “pareces mujer”, “vieja el último” parten de nociones en las que los atributos típicamente masculinos son mucho más valorados que los femeninos. Suelen pasar como bromas o chistes aparentemente inofensivos, pero son sexistas y misóginos.
2. Emocional versus racional
Cuando un varón le dice a una mujer que no puede ocuparse en cierta tarea porque su emocionalidad no se lo permite o no tiene control de sus emociones nace del estereotipo de que el hombre es templado, neutro o sereno, mientras que la mujer es lo contrario: irracional, emocional, desequilibrada.
Un ejemplo de ello es cuando se insinúa en el área laboral que dos mujeres o más no pueden trabajar juntas porque habrá rivalidad o conflicto.
3. Calificar el cuerpo
En canciones, películas, programas de televisión e incluso en los memes hay una cosificación mayor del cuerpo femenino que del masculino. Este ámbito está muy sexualizado.
Ejemplo: “Agárrala, pégala, azótala, pégala. Sácala a bailar que va a por toas. Pégala, azótala, agárrala que ella va a toas. Agárrala, pégala, azótala”.
Entre las abstracciones del tema se encuentra la dicotomía entre lo pasivo para el disfrute (femenino) y lo activo (masculino). Las descripciones son dispares, al cuerpo masculino se le resalta la fortaleza, superioridad versus el cuerpo de la mujer como un terreno a conquistar, a colonizar, utilizar o explotar.
4. El cuerpo femenino como propiedad privada
Pedir respeto o el cese de una agresión hacia una mujer porque “podría ser tu hermana, tu tía, tu mamá, tu esposa”, como si se tratara de una propiedad privada. Hay que respetar a las mujeres porque son seres humanos.
En la cultura patriarcal, en la que han crecido hombres y mujeres, hay un sentido distorsionado de propiedad o de que se puede poseer a la mujer.
5. Friend zone/Fuck zone
Cuando un hombre invita a salir a una mujer y si ella le aclara que no tiene intenciones sexuales, él la acusa de ponerle en la friend zone; si se analiza su primera intención, fue él quien intentó ponerla en la fuck zone.
6. Validación masculina
Incluso en días como el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, ha sido común que se organicen mesas de discusión, conferencias o pláticas en las que solo participan hombres para hablar sobre temas de género o para hablar de mujeres en cierta disciplina. Detrás está la idea de que una mujer solo puede ser validada por un hombre.
Por ejemplo, en 2016, la editorial Drácena publicó la novela Reencuentro de personajes de Elena Garro en España con motivo del centenario de su nacimiento. Se les hizo buena idea incluir el cintillo “Mujer de Octavio Paz, amante de Bioy Casares, inspiradora de García Márquez y admirada por Borges”. Luego del escándalo, la editorial solicitó a las librerías que quitara el cintillo.
7. Ser profesionista o ser mamá
Comparar el éxito de una mujer en su vida profesional con las dificultades que encuentra en el trabajo del hogar o con su estado civil. “Es famosa, guapa y gana mucho dinero pero está sola”.
En este rubro cabe el prejuicio de que el destino de una mujer es casarse y tener hijos. Caben expresiones como: “¡Ay!, no te has casado y ya tienes 30 años. Se te está yendo el tren”.
Dar por hecho que cuando una mujer decide ser madre no tendrá tiempo, siempre llegará tarde o no ejercerá su profesión llegado el momento.
8. Mansplaining
Cuando un varón le explica un tema a una mujer (asumiendo que no lo conoce y no lo va a entender) sin haber sido solicitado por ella.
9. Violencia obstétrica
Increíblemente, cuando las mujeres se encuentran en la labor de parto pueden sufrir agresiones en hospitales e instituciones de salud pública.
Doctores, enfermeras y enfermeros pueden responsabilizar a las mujeres por padecimientos de salud de manera muy velada, diciéndoles por ejemplo, por qué sus hábitos de salud reproductiva son incorrectos e incluso hacer comentarios muy violentos.
Un ejemplo de violencia en la labor de parto son expresiones como: “¡Cállate y puja!”
10. Revictimización
Cuando una mujer acude a presentar una denuncia por acoso sexual y se le dan largas, se le cuestiona la veracidad de su testimonio o se le revictimiza, es decir, al tomarle la declaración se le pregunten temas como con quién estaba, dónde estaba o cómo vestía, cuestionamientos que implican responsabilizarla de la agresión de la que fue víctima.