- Un estudio afirma que indígenas, afrodescendientes y mulatos tienen menos posibilidades de terminar la escuela o acceder a empleos formales.
CARLOS SALINAS MALDONADO/www.elpais.com
Ser indígena, afrodescendiente o tener la piel oscura es una condena a la miseria en México. La sentencia a vivir una vida llena de dificultades aumenta si se es mujer con cualquiera de esas características raciales o étnicas.
En un país donde más de 25 millones de personas se reconocen como indígenas, un estudio de la organización Oxfam presentado en la Ciudad de México, muestra que el 43% de quienes hablan una lengua nativa no completaron la primaria, el 8.5% apenas llegó a la educación superior y solo el 10% ha logrado una posición como empleador o un trabajo formal.
De acuerdo con el reportaje el diario internacional elpais.com, el 40.5% de quienes integran este grupo de la población se emplean en actividades manuales o de menor calificación. Por lo tanto, es el sector más golpeado por la pobreza en la segunda economía de América Latina. Ser hombre, blanco y hablar español es la llave que abre las puertas a mayores oportunidades y privilegios en México.
El 1% de los mexicanos acumula más de la tercera parte de la riqueza nacional
“Sí hay un proceso de discriminación muy claro que tiene elementos de racismo, de clasismo, de machismo.
Es una realidad muy dolorosa en el país. Hay una discriminación muy marcada que se traduce en dificultades en la educación, oportunidades laborales y distribución del ingreso y de la riqueza”, explica Ricardo Fuentes Nieva, director ejecutivo de Oxfam México.
“Es difícil entender esto si no es por cuestiones de oportunidades que vienen asociadas al color de piel, al género o a la lengua que se habla en la familia”, agrega en conversación con EL PAÍS.
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